Observar la destrucción del hogar que una vez fue tuyo y que ahora es de nadie.
Ver el fuego devorándolo todo y no mover un dedo.
Mientras una lágrima resbala por tu cara llena de tierra, de sudor.
Por tus pasos llenos de lodo, de miedo.
Por los recuerdos que se quedaron
Y las maletas vacías, como los bolsillos.